Hoy en día no damos al silencio el valor que tiene. Desde nuestro lugar de adultos, bombardeados en nuestro día a día de sonidos y mucho ruido mental, tendemos a confundirlo con silenciamiento; ordenamos a los niños que se callen, que nos escuchen, que atiendan, que no hagan ruido… pero eso no tiene nada que ver con el silencio que ellos necesitan. El silencio también comunica.
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