Abandono de la gratuidad de la ayuda médica del Estado para los extranjeros, pérdida de la nacionalidad, dificultades de acceso a la vivienda, discriminación en la contratación... No es fácil ser inmigrante en Francia, ni siquiera hijo de inmigrante. Según una encuesta reciente del INED-INSEE (*), si el 89% de los hijos de naturalizados se sienten franceses, el 37% de ellos no se sienten reconocidos como tales.
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