"El 30 de mayo de 1780, después de una primavera particularmente lluviosa, un mesonero de París encontró la bodega de su negocio inundada de una sustancia grisácea, untuosa y maloliente. Desde ya le anuncio que esto va a ser muy asqueroso; si quiere saltarse dos o tres párrafos, nadie le culpará...
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