El nivel de aceptación del creciente control social es llamativo, y considero que preocupante. Parece que ya nadie se plantee que la intimidad y la libertad sean derechos básicos, y que la idea de estar sometidos a un control estatal exhaustivo y permanente es una vulneración de nuestra autonomía humana.
Tenemos cámaras de vigilancia en todas las ciudades; los tlfs espían nuestras conversaciones; los militares parecen ser ahora los únicos cuerpos capaces de gestionar las emergencias civiles (civiles, insisto); y ahora tenemos que informar hasta de cuál es la relación que tenemos con nuestros acompañantes para pasar un puto fin de semana en un hostal. ¿Y con qué argumento se justifica esto? la seguridad.
Pero, ¿qué seguridad?; ¿la seguridad laboral? no; ¿la seguridad sanitaria? no; ¿la seguridad de tener una pensión digna? no; ¿la seguridad jurídica de que tu testimonio y el de un funcionario policial valgan lo mismo? no, no y no: la única seguridad que importa es la seguridad policial; la seguridad entendida como la capacidad policial de actuar en todos los ámbitos y en todos los momentos, convirtiendo a los ciudadanos en sospechosos permanentes. Y no solo lo aceptamos, sino que lo consideramos necesario.
En Madrid pasa lo mismo en el parque Tierno Galván. Privatizan el parque en invierno para un espectáculo de luces navideñas, y en verano lo privatizan para un par de festivales de música. Al final los vecinos solo pueden disfrutar del parque completo medio año.
Para el capitalismo, todo es ordeñable.
Cualquiera que no sea un fanático de la sumisión y la obediencia sabe que los policías son, por regla general, unos chulos y unos matones.
Ahora bien, este suceso me parece insignificante.
#14 Se llama amarillos a los sindicatos que son fundamentalmente útiles a la patronal. Si no me equivoco, el término se empezó a usar en el franquismo.
Por cierto, para los que se dejen deslumbrar por este perfil de super-politico: Abel Caballero lleva años haciendo eso.
Ya cada uno que saque sus propias conclusiones.
Más allá del horror y del dato de que el 100% de las atendidas eran prostitutas forzadas (no trabajadoras sexuales que libremente deciden en qué sector económico quieren prosperar, como defiende ahora la izquierda más capitalista), es muy interesante la reflexión de la tipa de la ONG que incide en que turismo de lujo no es turismo de calidad.
Al Marcos de Quinto lo que le jodió es que el protagonista del relato lleve los mocasines sucios y la camiseta de tirantes salpicada de berenjena encurtida. Marcos sabe que eso es de cutres, y él puede ser miserable, falaz, hipócrita, tramposo, ruin y lo que quieras, ¡pero pobre nunca!.
#11 En mi opinión esa es una concepción pobre de la sociedad, porque nos reduce a los humanos a meros consumidores, como si el poder absoluto del mercado fuera un elemento natural, inevitable e inherente a la especie.
Es el único discurso que puede producir la sociedad de consumo; pero es una visión miope, que está condenada al fracaso, porque el mercado siempre va a imponer a la sociedad su única ley, que es la del beneficio, caiga quién caiga.
Los hijosdeputa electorales, todos ellos, cuya única función social es ganar elecciones para garantizar su propia supervivencia política (y con ello su dinerito, su poder, su prosperidad, etc), como ahora ven su tinglado socialmente cuestionado, aprietan el culo y hacen los deberes, claro, ahora; pero su verdadera naturaleza, su verdadera cara, es la que mostraron antes de que el cuestionamiento social de su poder se produjera.
Esto es como el chiste:
- Señor juez, yo no apuñalé a nadie, yo estaba en la barra apoyado con mi navajita en la mano, y el payo ese me se cayó encima. ¡Y así las 17 veces!
20 millones de casos aislados, supongo.
Lo cierto es que el narcotráfico es inviable sin la participación activa y sistemática de los cuerpos armados y de las administraciones del estado. Esto ya quedó demostrado en la historia del narco en Galicia en los 80 y 90, por poner un ejemplo cercano.
Eso iba a decir yo, cuántos serán de la banda del Canario (creo que llamaban así al policía narcotraficante de la brigada antidroga de Mérida, si no me equivoco)
#34 Estoy en contra del hooliganismo "democrático" (de la democracia de libre mercado). Estoy en contra del punitivismo hiperventilado. Estoy en contra del simplismo vengativo. Estoy en contra de la "justicia" ejemplarizante. Estoy en contra de los fanáticos del control social. Estoy en contra de la idea demencial de el castigo no solo debe ser solo penal, sino de que se debe extender a la vida civil (que un condenado deba ser, además, despedido y repudiado).