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Viaje al cerebro de la máquina

Entramos en el territorio más íntimo de Rafael Nadal. Nos desvela, en primera persona, cómo vivió el que para muchos es el mejor partido de la historia del tenis: la final de Wimbledon de 2008. Así planta cara el campeón a sus fantasmas. (...) Lo que llama la atención cuando juegas en la pista central de Wimbledon es el silencio. Botas la pelota contra el césped y no se oye ningún sonido; la lanzas al aire para sacar; la golpeas y escuchas el eco del golpe. Y después de eso, el eco de cada golpe posterior, los tuyos y los del contrario.

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