En el siglo XVII hacían furor los castrati, cantantes de ópera que habían sido castrados de niños. (...) Según parece el resultado era angelical (...) La aberración de mutilar a niños para jugar con su cuerpo era evidente. Pero en los castrati había otra ética. No se les mutilaba para servirse de su cuerpo ni por maldad. Era por el arte, y no un arte cualquiera, era por el canto, una de las entonces seis bellas artes. Se trataba además de una tradición muy larga, bendecida por los siglos. Y aquellos eunucos vivían muy bien ...
|
etiquetas: toros , gijón , castrati , dulce et decorum , pro patria mori