Una mujer de 22 años holandesa sufría de una enfermedad que hizo que su cráneo incrementara su grosor de 1,5 a 5 cmm. Esto le llevaba causando dolores severos de cabeza y problemas de visión, trastorno que con el tiempo se iría agravando y podría llegar a causar que se deformara su rostro. Para remediarlo, han utilizado una técnica pionera utilizando la impresión 3D.
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