Siempre fui inusualmente pequeña para mi edad, y a menudo, las personas pensaban que era tres o cuatro años más joven. Mientras pasaban mis primeros años de secundaria, veía como mis amigas se convertían una por una, en mujeres, y yo permanecía desafiantemente impúber.[...]Como resultado de una rara y poco conocida condición, llamada Síndrome Swyer, había nacido con cromosomas masculinos. Aunque tenía un útero y trompas de Falopio, mis ovarios no se habían desarrollado de manera apropiada y no producían óvulos.
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