Los huracanes no votan, pero pueden ser decisivos en unas elecciones. La evacuación de cientos de miles de personas, el cierre del transporte público en Nueva York, la suspensión de los colegios y de Wall Street, la cancelación de vuelos en la costa Este y la movilización de bomberos, policía, protección civil en varios Estados parece excesiva por un huracán que oscila entre fuerza 1 y 2, lejos del categoría 5 de Katrina. Nadie quiere quedarse corto en prever lo impensable. Fallar ahora es fallar el 6 de noviembre.
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