La economía de guerra de Rusia ha encontrado en la mantequilla la última expresión del desajuste entre la galopante inversión en Defensa y la escasa lucha contra la inflación. El producto básico, que se ha encarecido un 26% interanual, se encuentra ahora en los lineales de los supermercados dentro de cajas con alarma para evitar los robos que han comenzado a darse. El elevado gasto en Defensa está haciendo casi imposible aumentar la producción de bienes y servicios sin provocar notorios aumentos de precios.
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