Los problemas se le han planteado ahora, entre otras cosas porque Moix pretende poner un poco de orden en una Fiscalía Anticorrupción que en los últimos años ha ido por libre y cuyos cerca de 30 miembros -aunque casi la mitad está en comisión de servicio- llevan mucho tiempo actuando sin el duro control de un superior que, como Antonio Salinas, había cumplido en 2013 la edad de jubilación y estaba en espera de ser sustituido.
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