En los últimos meses, una palabra recorre Alemania desde las mesas de los funcionarios a los consejos de administración de las grandes empresas: hidrógeno. Pero ha sido en las últimas tres semanas cuando el Gobierno federal ha impulsado 20 laboratorios sobre este combustible, cuando ha quedado claro que el hidrógeno ha dejado de ser solo una gran promesa para romper con la enorme dependencia alemana del carbón y se ha convertido en una apuesta clave.
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