La inmigración parece, por el momento, la única solución a la incesante caída de la natalidad en España, que en la última década se ha desplomado un 30%, consolidando la crisis demográfica que año tras año convierte a España en un país más viejo. Como ocurre desde 2016, el crecimiento de la población solo se sustenta en la llegada de extranjeros ante la incapacidad de los distintos gobiernos de implementar medidas de igualdad, conciliación e impulso a la maternidad que mejore su tasa de natalidad.
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