Todos los constructores recuerdan una obra que marcó un antes y un después. Para Jaume Cifre fue la de aquella finca en la calle Son Campos de Palma. Debía de ser 1975. Lo que sigue grabado en su memoria no es el diseño del edificio. Tampoco lo difícil que fue gestionar que llegaran los materiales para cumplir los plazos. Lo que recuerda como si fuera ayer –aunque él pase de los 80– es el momento en que se asomó por una de las ventanas y allí abajo, junto a la estación de tren, vio seis vagones abandonados. Algo en su cabeza hizo ‘click’.
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