El caso es que hace un tiempo yo escribía una columna semanal sobre arquitectura en un periódico de bastante alcance. En la columna hablaba de muchas cosas, buenas y malas y, además, tenía serie que se llamaba "Los edificios más feos de España". Así que, en un alarde de ninguna originalidad, dediqué uno de los artículos de la serie al Centollu. Es decir, al Palacio de Congresos de Oviedo, obra de Santiago Calatrava.
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