Tras la derrota, ni un humilde, aunque fuera protocolario, reconocimiento de errores propios. Pues mire, señor Abascal, yo le voy a proponer uno: es usted un vago redomado. Por el Congreso pasa poco, se dedica usted a cazar y a visitar ganaderías de reses bravas y cuando acude a un debate no sabe rematar porque ha olvidado hasta su ideario. Lo dicho: un vago redomado que, encima, se comporta como un déspota en el partido.
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