De pie y solo, frente a un palco de invitados vacío, el presidente de la Federación Internacional de atletismo (IAAF), Sebastián Coe, observaba la escabechina: las atletas noqueadas que constantemente llegaban en ambulancia, las que se retiraban y necesitaban sillas de ruedas, aquellas que aguantaban caminando a duras penas. El maratón femenino del Mundial de Doha se celebró de medianoche en unas condiciones insalubres —33 grados, más de 80% de humedad, una sensación térmica de 40 grados— y el resultado fue estrambótico.
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