La cremallera se ha roto y es la segunda vez que te pones ese pantalón. La chaqueta está llena de bolas y solo hace un mes que la has comprado. Tu jersey nuevo ha pasado por primera vez por la lavadora y ahora ya solo le sirve a tu sobrina de cinco años. ¿Te suena alguna de estas historias? Ocurre constantemente. Acaban olvidadas en el fondo del armario o en el mejor de los casos convertidas en ropa de casa. Sin embargo, el final no debería ser éste.
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