A las 06.30 horas, Paula (nombre ficticio para preservar su anonimato) se sobresalta al escuchar el timbre de su puerta. Intrigada y aún somnolienta, se levanta y pregunta quién está al otro lado. Una voz le responde, disculpándose y explicando que en la página de su alojamiento de Airbnb se indicaba que, en caso de no obtener respuesta en la entrada principal del edificio, debía llamar a su piso.
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