Con horas y horas de paciente y laborioso trabajo, un simple cepillo de dientes, un bolígrafo o los cordones de unos zapatos pueden convertirse en un arma letal. Son algunas de las mil formas que tienen los reclusos para fabricar un 'pincho' carcelario, un instrumento de defensa y ataque en la prisión. Solo en lo que va de año, los funcionarios del Centro Penitenciario de Jaén han cogido a 21 reclusos que llevaban estas armas fabricadas para matar.
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