Ver películas cuando eres niño es una experiencia enormemente alegre: antes de que todo el cinismo comience a funcionar y a arruinar muchas cosas, es la escapada perfecta a otro mundo. Así que no es de extrañar que tengamos nuestras pelis favoritas de la infancia cerca de nuestros corazones, preciosas piezas de nostalgia que son, tan cálidas y perfectas, como nuestro peluche más suave y preferido. Pero ha llegado el momento de poner a un lado las cosas de la infancia, y aceptar que algunas de aquellas películas tan añoradas son pura BASURA.
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