Selección de la Enciclopedia del Anarquismo :
Internacionalismo n. m
"El internacionalismo es el conjunto de doctrinas y movimientos que favorecen el acercamiento político, moral y económico de los pueblos, y que propugnan el establecimiento, entre las naciones, de un régimen de solidaridad organizada.
El internacionalismo es lo contrario del nacionalismo, pero no del patriotismo. Muchos internacionalistas niegan ser cosmopolitas o antipatrióticos.
Leemos en la obra de E. Eberlin Los judíos de hoy:
"Durante mucho tiempo se confundió el principio del internacionalismo con el del cosmopolitismo; sin hablar de oponentes, sus mismos partidarios subrayaron su oposición al nacionalismo, sin insistir en su oposición al cosmopolitismo. Sin embargo, por la propia esencia de su doctrina, el internacionalismo se oponía también al nacionalismo y al cosmopolitismo. El ideal del cosmopolitismo es la desaparición de todas las diferencias nacionales; la humanidad futura le parece una aglomeración de individuos, mientras que el principio del internacionalismo se basa en la fraternidad de los pueblos. Además, el internacionalismo tiene un principio fundamental en común con el nacionalismo: el derecho de los pueblos a determinar su propio destino... El internacionalista, lejos de considerar a la humanidad como una aglomeración de individuos, está también lejos de considerarla como una alianza mecánica de naciones independientes entre sí. Considera a la humanidad como una familia, en la que cada nación, grande o pequeña, es un miembro -en igualdad de condiciones- de la familia cuyos intereses son solidarios con los de las demás.
Félicien Challaye, en su obra Philosophie scientifique et Philosophie morale, escrita con gran esfuerzo de imparcialidad, contrapone el antipatriotismo y el internacionalismo:
"El antinacionalismo o antipatriotismo condena la nación y la división de la humanidad en distintas naciones; considera el patriotismo como un sentimiento moralmente malo. Esta es la tesis de quienes presumen de ser "ciudadanos del mundo" o cosmopolitas. Es la tesis de todos los anarquistas, que rechazan el Estado, y por tanto la nación; es por ejemplo la tesis del anarquista cristiano Tolstoi...
El internacionalismo se opone tanto al nacionalismo como al antipatriotismo. Pretende conciliar en una síntesis superior el patriotismo de los nacionalistas y el humanitarismo de los cosmopolitas. No reclama una "centralización planetaria" que elimine toda originalidad nacional. Considera legítima la división de la humanidad en distintas naciones; proclama el derecho de los pueblos a la autodeterminación. Pero quiere el establecimiento, entre las naciones, de un régimen de paz duradero; y, para ello, pide la constitución de una Sociedad de Naciones que mantenga el orden y establezca relaciones armoniosas entre los pueblos, al igual que el Estado nacional resuelve las disputas entre los individuos.
El internacionalismo está presente en todas las grandes religiones. Por ejemplo, el budismo no tiene carácter nacional. El cristianismo proclama el deber de amar al prójimo como a uno mismo; pero el prójimo no es el judío para el judío, ni el griego para el griego; es el hombre para el hombre. El internacionalismo expresa también la esperanza de todos los pacifistas, por ejemplo los que, como Léon Bourgeois, pidieron la creación de la Sociedad de Naciones antes de que ésta existiera. El internacionalismo es también la tesis de la mayoría de los socialistas: defienden a la vez, contra los opresores, la causa de las libertades nacionales y, contra los belicistas, la causa de la paz internacional.
Si el internacionalismo es conciliable con el patriotismo, nos parece, contrariamente a Félicien Challaye, que no es irreconciliable con la actitud moral antipatriótica. En efecto, no es contradictorio considerar la división de la humanidad en naciones como un hecho a tener en cuenta y como una necesidad duradera; y, por otra parte, someter la idea de la patria a una crítica aguda y no sostener la preferencia por el propio país como un deber y como un sentimiento a desarrollar. Hay internacionalistas antipatrióticos, o al menos "apátridas".
Por otra parte, ¿podemos calificar de internacionalismo la concepción pacifista de León Bourgeois, que pretendía organizar la paz dejando casi intacto el principio de la soberanía nacional, concepción que ha encontrado su realización casi completa en la actual Sociedad de Naciones? Esto es, como mucho, un internacionalismo moderado.
El verdadero internacionalista, ya sea que se reivindique como socialista, pacifista o de ideal democrático (no nos referimos aquí al internacionalismo comunista, que es exclusivamente revolucionario y proletario), considera que la Sociedad de Naciones sólo podrá cumplir su papel pacífico cuando se transforme en una Federación de Pueblos, a la que los Estados habrán transferido una parte importante de su soberanía.
"Es necesario y suficiente, dice el Manifiesto de la Unión Popular por la Paz Universal, que los pueblos extiendan al plano internacional las instituciones que cada uno de ellos posee dentro de sus propias fronteras... Los pueblos deben, siguiendo el ejemplo de los individuos, elevarse a la noción de verdadera libertad. Esto no consiste en una falsa independencia, que lleva a enfrentamientos sangrientos; consiste en el reconocimiento de la solidaridad, en la consagración de la soberanía de la ley y del derecho acordado. La verdadera Sociedad de Naciones implica un superestado con las tres funciones: legislativa, ejecutiva y judicial. Debe ser creada por una Constitución mundial emanada de los pueblos, y defendida por una policía de la civilización, sustituida por los ejércitos nacionales.
Admitimos que ese internacionalismo político puede tener sus peligros y que, en particular, una fuerza internacional, ya sea en forma de ejército o de policía, puede ser un medio de opresión de los trabajadores por parte del capitalismo mundial. Pero estos peligros no pueden compararse en gravedad con los de la guerra que nos espera si no se organiza la solidaridad de los pueblos. Por lo tanto, toda reducción de la soberanía de las naciones, toda transferencia de autoridad de lo nacional a lo internacional, que reduzca las posibilidades de conflictos mortales, nos parece que debe ser alentada, tanto por los cosmopolitas que sueñan con la completa abolición de las fronteras, como por los libertarios que persiguen la completa abolición de los Estados.
Muchos socialistas creen que el régimen internacionalista sólo se hará realidad cuando el socialismo haya conquistado el poder en todos los países, o al menos en los principales. En cualquier caso, es necesario un inicio del socialismo entre las naciones para lograr la paz económica. En gran medida, la cooperación debe sustituir a la competencia entre los pueblos y sus intereses deben armonizarse.
El internacionalismo integral implica la supresión de las barreras aduaneras y la internacionalización de ciertas riquezas.
"Es necesario concebir :
el control de las relaciones económicas por parte de la autoridad internacional ;
la gestión directa por su parte de determinadas riquezas;
Hay que darle un derecho de propiedad.
El control estatal actual es fragmentario, parcial y a menudo contradictorio. Para ser imparcial, el control debe ser universal. Hablamos, con razón, de nacionalización industrializada. Hay que concebir y aplicar la internacionalización industrializada. Del mismo modo, hay que concebir y aplicar la propiedad colectiva internacional. Al igual que reconocemos un dominio nacional, debemos reconocer un dominio humano. Hay derechos eminentes de la humanidad organizada. El Estado internacional debe poseer, no puede ser desheredado. La Federación de Pueblos debe convertirse en una potencia económica. Sin invadir el derecho de cada nación a elegir libremente su régimen social, es necesario elaborar un código internacional de la propiedad, instituyendo la propiedad colectiva internacional junto a la propiedad individual, comunal, departamental y nacional. Hay que internacionalizar ciertas riquezas del suelo y del subsuelo, ciertos estrechos, puertos, ríos, canales, ciertos ferrocarriles, ciertas ciudades y, de manera general, el mar y el aire. (Memorándum de L. Le Foyer y R. Valfort)
Por último, el desarme moral sólo puede organizarse de forma permanente si, en materia de educación, las naciones están bajo el control de la comunidad internacional. El internacionalismo no sólo debe ser político y económico, sino también moral e intelectual. Nos parece que, sin suprimir las originalidades culturales de cada nación, habría que hacer obligatorias ciertas ramas de la educación en los distintos países: lengua internacional, código de moral universal e historia universal enseñada según los libros elegidos por la sección intelectual de la Federación de Pueblos.
Añadamos que sobre la idea de la defensa nacional, los internacionalistas están divididos. La concepción de que toda guerra, sea cual sea su motivo, es siempre perjudicial para la comunidad humana, y que la participación en la guerra no es nunca un deber moral, se extiende cada vez más en los círculos internacionalistas de diversos países.
- René VALFORT
La Enciclopedia Anarquista es una enciclopedia iniciada por Sébastien Faure, entre 1925 y 1934, publicada en cuatro volúmenes.
FUENTE: Biblioteca Anarquista
Traducido por Jorge Joya