La idea es dar a los clientes tres poderes: uno, que los servicios de Telefónica por los que pagan cada mes funcionen de la manera más sencilla posible. Dos, transparencia con todos los datos que generan por el uso de esos servicios. Y tres, devolverles esos datos, que sean los dueños de todo eso y decidan qué quieren hacer con ellos. Y todo ello a través de una aplicación de inteligencia artificial manejada por voz como Aura.
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