Tienen ocho años, un millón de seguidores y ganan 100.000 dólares al mes analizando juguetes en YouTube. Son los niños prodigio de Internet: no salen por la tele, se viralizan. Consiguen audiencias millonarias desde casa, hablando de tú a tú con chicos de su edad y de sus mismas aficiones. Las productoras y las marcas son las últimas en descubrirlos, pero hacen lo posible para colarse en su canal y llegar a sus fans. Y tienen muchos fans porque lo hacen muy bien: son los marisoles y joselitos del siglo XXI.
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