La desesperación que la juventud puede tener por llevar una vida estable y normal, sin ahogarse por los precios de algo tan básico como un techo, paredes y una cama, no se traduce en absoluto en que la gente joven quiera aceptar cualquier trabajo a costa de lo que sea. Ha crecido siendo educada en los derechos laborales y humanos, y tienen la historia reciente para comprender que trabajar muchas horas rara vez te va a hacer el dueño de ninguna empresa, sino que, más bien, va a servir para seguir llenando los bolsillos de jefes e inversores.
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