Un día como cualquier otro, el camionero japonés Toshifumi Fujimoto, divorciado y con tres hijas que no le dirigen la palabra, se aburrió definitivamente: cansado de transportar cisternas de Osaka a Tokio cada jornada, decidió que necesitaba adrenalina. A sus 45 años barajó el puenting y la caza de tiburones. Sin embargo, acabó yéndose a la guerra de Siria.
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