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La campaña feminista contra el amor romántico
La cosa empezó en vísperas de San Valentín 2017 con una campaña del Consell de Mallorca llamada "desmontando San Valentín" (goo.gl/qDkkOB) que buscaba impulsar las "relaciones igualitarias" y que incluyó un mannequin challenge de altos cargos de la institución. Aquí está la Directora Insular de Igualdad, NIna Parrón, de Podemos, explicándolo en un vídeo: goo.gl/iJbHRp.
La cosa ha tenido ecos en la prensa nacional y es una segura candidata a Gilipollez PolCor del año. Pero no es un brote aislado. El otro día se publicaba un artículo llamado "Apuntes de una feminista sobre el amor" (goo.gl/we5OeN), que contenía párrafos de una idiotez mareante, tales como: Aquella noche me fui a casa dándole vueltas a la cabeza. Era curioso porque esos días yo estaba dejando mi última relación, de casi siete años, y mi cuerpo ya buscaba un sustituto. En el tren de vuelta a Madrid, hice las cuentas y era verdad: tenía 30 años y había pasado casi catorce años de mi vida con pareja. La mitad de mi vida. ¿Qué clase de feminista era si desde los quince años no había estado más de un año completamente sola, cuidando de mí? Aun así, mi cuerpo iba por otro lado y cuando llegué a casa, sentí un enorme deseo de estar con alguien, con un hombre. ¿Es que acaso era incapaz de estar sola? ¿Tanto miedo me daba?
Al parecer, desear una pareja, desear a un hombre, es algo machista en sí mismo. Lo progresista es no sentir deseo y estar sola. Lo peor de todo ello es cuando las instituciones toman partido por una gilipollez de este calibre y asistimos al espectáculo de EL ESTADO DICIENDONOS CÓMO AMAR. Ni en Corea del Norte, creo, se llega a estos extremos. Que San Valentín es una fiesta ñoña y comercial todos lo sabemos. Pero no es la única ñoñería de nuestra cultura contemporánea. Que nos dejen en paz y si queremos enamorarnos que no nos acusen de "no ser igualitarios" o de "oprimir a la mujer".
La cosa ha tenido ecos en la prensa nacional y es una segura candidata a Gilipollez PolCor del año. Pero no es un brote aislado. El otro día se publicaba un artículo llamado "Apuntes de una feminista sobre el amor" (goo.gl/we5OeN), que contenía párrafos de una idiotez mareante, tales como: Aquella noche me fui a casa dándole vueltas a la cabeza. Era curioso porque esos días yo estaba dejando mi última relación, de casi siete años, y mi cuerpo ya buscaba un sustituto. En el tren de vuelta a Madrid, hice las cuentas y era verdad: tenía 30 años y había pasado casi catorce años de mi vida con pareja. La mitad de mi vida. ¿Qué clase de feminista era si desde los quince años no había estado más de un año completamente sola, cuidando de mí? Aun así, mi cuerpo iba por otro lado y cuando llegué a casa, sentí un enorme deseo de estar con alguien, con un hombre. ¿Es que acaso era incapaz de estar sola? ¿Tanto miedo me daba?
Al parecer, desear una pareja, desear a un hombre, es algo machista en sí mismo. Lo progresista es no sentir deseo y estar sola. Lo peor de todo ello es cuando las instituciones toman partido por una gilipollez de este calibre y asistimos al espectáculo de EL ESTADO DICIENDONOS CÓMO AMAR. Ni en Corea del Norte, creo, se llega a estos extremos. Que San Valentín es una fiesta ñoña y comercial todos lo sabemos. Pero no es la única ñoñería de nuestra cultura contemporánea. Que nos dejen en paz y si queremos enamorarnos que no nos acusen de "no ser igualitarios" o de "oprimir a la mujer".
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