Justo antes de la toma de poder por los nazis, la legislación alemana estaba lista para derogar la prohibición de la homosexualidad masculina. Hizo falta un clima político que no tuvo nada que ver con los gays para cambiar radicalmente el tratamiento dispensado a esta minoría. Los nazis apelaron a una homofobia latente y profundamente enraizada en la población para estigmatizar a los gays, y justificar la mayor persecución por motivos de sexualidad que se había visto en el mundo ante una población normalmente racional.