Hace ya mucho tiempo que los desarrolladores de escritorios Unix perdieron completamente la cabeza. Han convertido la fácil tarea de acceder a tus aplicaciones mediante un sencillo menú y unos iconos en el escritorio en una feria de efectos y chorradas que hacen impracticable el uso del PC, donde además encontrar cualquier funcionalidad básica de configuración es imposible en la mayoría de los casos.
Qué lejos queda aquella época donde KDE era una pasada en sencillez y usabilidad (hablo de las últimas versiones 3.X). Con el navegador Konqueror, que fue sin duda una de las mejores aplicaciones informáticas que he utilizado en mi vida; en una pestaña navegabas por la web y en la de al lado explorabas tu árbol de directorios. Qué recuerdos cuando Gnome era un escritorio austero, sencillo y liviano, donde las cosas simplemente estaban donde tenían que estar y cumplía su función perfectamente: ser un lanzador para tus aplicaciones.
Ahora, KDE 4 es una basura infumable. Konqueror ha sido descuartizado y metido en una bañera de ácido para ser sustituido por un navegador con menos opciones y por el horrible Dolphin, que es mil veces menos práctico de lo que nunca fue el Konqueror de KDE 3. Gnome 3 lo probé y desistí a los 5 minutos tras encontrarme con más de lo mismo: una feria de chorradas y de efectos que no sirven para nada más que para confundir y hacer inusable tu PC.
Para renovar las tripas de KDE 3 no hacía falta destrozar una interfaz bonita y práctica y convertirlo en la guarrada de KDE 4. Para renovar Gnome no hacía falta reinventar el concepto de chorrada y hacer que se parezca lo más posible a un tablero internetiano. En cuestión de escritorios, ojalá volviésemos ahora mismo a 2007.