"La complejidad tridimensional real aparece espontáneamente, y es el resultado natural del hallazgo de atajos por parte de la energía siempre fluyente para reducir gradientes en la naturaleza.[...] Por encima y más allá de los detalles de su genética o de su fascinante historia, la vida es un medio termodinámico para degradar el gradiente solar. Sin embargo, a diferencia de una tormenta, que reduce las diferencias de presión atmosférica en cuestión de horas, la materia viva ha estado reduciendo el gradiente solar durante cerca de 4.000 millones de años. Naturalmente, el gradiente que la materia viva se encarga de deshacer es de una magnitud mucho mayor que el responsable de una tormenta de verano. Pero, así como un huracán existe para reducir un gradiente de presión, o el remolino de agua en el desagüe de nuestra bañera existe para reducir un gradiente gravitatorio, la química del carbono reciclante de la vida existe para reducir un gradiente solar. El gradiente en cuestión es la diferencia entre el caliente horno nuclear del Sol y el frío espacio exterior. La vida se alimenta de esta diferencia, que se da de forma natural, y acelera su desaparición.[...]
El sexo nos resulta placentero porque, ligado a nuestra reproducción, es la manera que tenemos de mantener a raya el equilibrio termodinámico, sin dejar de obedecer, si no acelerar, la tendencia natural del universo a deshacer gradientes a medida que avanzamos en el tiempo lineal.[...] A corto plazo (durante nuestras vidas individuales) producimos entropía manteniendo nuestra identidad, lo que necesariamente conlleva la eliminación de líquidos, gases y sólidos a través de nuestros orificios. A largo plazo aseguramos la producción de entropía a través del apareamiento, el cual produce nuevos organismos como nosotros que continúan la especial forma de disipación conocida como vida en la siguiente generación. La Segunda Ley de la Termodinámica, más que el sexo mismo, es la base física de nuestra concentración evolutiva en la cópula y otros actos sexuales. En otras palabras, la ligazón entre sexo y reproducción es contingente. Si otros procesos disipativos pueden reemplazarla, es probable que lo hagan. Pero la desvinculación entre sexo y reproducción nunca es una simple vuelta atrás. La vida siempre retiene indicios de su tortuosa y fantástica historia."
(Fragmentos del libro: ¿Qué es el Sexo?, obra de Lynn Margulis y Dorion Sagan, traducción de Ambrosio García Leal)