La técnica se llama «raking light» en inglés. Consiste en poner cuidadosamente una lámpara para que el camino de luz quede paralelo a la superficie del objeto. Cuando se utiliza en pinturas, las marcas del pincel y el polvo se hacen visibles. En las estatuas el efecto es más sutil, y como las pinturas tienen diferentes concentraciones la piedra se ve más elevada en algunas áreas y en otras no —porque está protegida de la erosión por su capa de pintura—, haciendo patrones que se vuelven visibles.
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