Julio Díaz, de 84 años y con un cáncer terminal, no sabe qué va a suceder hoy. Tiene también una demencia senil que le impide darse cuenta de que hoy se va a quedar sin su casa del Rafal, pese a que Àngela Pons, la portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, se lo ha explicado con delicadeza. Heredó de su madre la planta baja de la calle Taronger número 34A y, "cuando ya debía de estar mal, avaló a una señora que pidió un préstamo y luego desapareció sin dejar rastro".
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