Se cumplen dos años de aquel 13 de agosto en el que Neret, uno de los caballos que empujan un carruaje para turistas por las calles de Barcelona, muriese fulminado por un golpe de calor mientras volvía hacia su cuadra en la hípica municipal Foixarda, en la montaña de Montjuïc. Nada ha cambiado desde entonces. Los caballos que trabajan para satisfacer los paseos señoriales de los visitantes de la capital catalana continúan en las mismas condiciones.
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