Científicos de la Universidad de Constanza, en Alemania, y de la Universidad de Innsbruck, en Austria, han verificado en un reciente
estudio que las abejas pican o no de acuerdo al nivel de una feromona de alarma. Su concentración marca el comienzo y la culminación de cada ataque, en función de la cantidad de ataques que recibe una colmena y de la variedad de los agresores.