«Todo ha quedado atado y bien atado con la designación como mi sucesor a título de rey del príncipe Don Juan Carlos de Borbón», dejó claro el dictador asesino en su discurso de Navidad de 1969. Y no solo por el rey, sino porque detrás quedaban aseguradas una importante desestructura social y una sociedad anestesiada. La transición no fue pacífica ni modélica, pero en aquel momento fue consensuada porque no quedaba otro remedio debido al permanente ruido ambiental de sables.