Una noche de invierno de 1949, en Nueva York, el joven estudiante de marketing y fotógrafo en ciernes Walter Chandoha se encontró un gatito abandonado en medio de la nieve, lo cubrió con su abrigo y se lo llevó a casa. Chandoha se puso a retratar a su nuevo amigo felino, al que llamó Loco, y le gustaron tanto los resultados que empezó a fotografiar a los mininos de un refugio de la ciudad. Estas imágenes fueron el punto de partida de una carrera extraordinaria que se prolongaría siete décadas.