El azar. Ese duende jocoso de sonrisa eterna, mezcla de maldad y bondad perpetua, ajeno a todo lo humano y lo divino. Nos cruzamos aquella tarde sin destino, bajo paraguas y lluvias. Tú no tenías que estar allí, yo ni siquiera sé por qué pase por allí, simplemente pasé sin querer pasar, sin querer estar. Y te miré y me miraste. Ojos sencillos bajo lluvia silenciosa, chaparrón de sensaciones, en silencio. Y el agua caía. Pasé de largo y tú pasaste de corto. El azar. (Junio de 2017)
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