En la segunda mitad del siglo XVI, reinando Felipe II, la zona padecía los conflictos habituales del periodo. Entre ellos, los que se producían entre los concejos entre sí. O entre los concejos y los señores, las rebeliones antiseñoriales, las diferencias entre el rey y las autoridades aragonesas… Pero a toda esta situación, más o menos normal, se les añadió un nuevo elemento de alteración: la aparición del bandolerismo.