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Archivos de Castilla y León
Archivos de Castilla y León
La historia de la fotografía demuestra que la mayoría de sus procedimientos presentan una clara tendencia a su degradación. Y es que, tanto los negativos como los positivos y diapositivas nacen inevitablemente con fecha de caducidad. La vida de una fotografía en papel puede que no exceda de los 200 años como media (300 siendo optimistas, siempre que no se encuentre sometida a factores de degradación que aceleren su deterioro). Por este motivo, la medida por excelencia de preservación de nuestras fotografías familiares antiguas pasa por su digitalización y conservación en discos duros externos. Eso sí, conviene hacer copia de seguridad periódicamente para evitar la pérdida de las fotografías debido a la obsolescencia programada de estos discos duros, que suelen durar en torno a los diez años. En el caso de negativos y diapositivas, también se recomienda su digitalización (con escáneres apropiados para soportes transparentes).
Más allá de esta primera y necesaria recomendación, hay que señalar que, del cumplimiento de unas normas básicas para la conservación de nuestras fotografías en soporte físico va a depender que aumentemos la “esperanza de vida” de las mismas. Teniendo en cuenta que, por lo general, no contamos con materiales de conservación ni instrumentos profesionales, de lo que se trata es de respetar una serie de aspectos fundamentales que posibiliten que nuestras fotografías se mantengan en el mejor estado de conservación posible.
El grado de humedad relativa del lugar en el que guardamos nuestras fotografías es lo más importante, ya que evita su deterioro químico. Los materiales fotográficos son muy sensibles a las fluctuaciones de humedad. Resulta conveniente evitar lugares húmedos (trasteros, sótanos o bodegas, donde suele haber un alto porcentaje de humedad). Un ambiente excesivamente húmedo produce deterioro en las fotografías y puede propiciar la aparición de hongos. Por el contrario, un ambiente excesivamente seco (por debajo del 30 %) hace que los materiales fotográficos se sequen, se encojan y se rasguen. Lo ideal es que la humedad relativa se mantenga por debajo del 50%.
Evitar cambios bruscos de temperatura y humedad también es básico, por lo que no se recomienda guardar los álbumes familiares en lugares que sufran temperaturas extremas (mucho calor en verano y mucho frío en invierno), como pueden ser buhardillas, desvanes, altillos bajo cubierta, etc. La temperatura recomendada para la conservación de fotografías en papel en blanco y negro oscila entre los 16ºC y los 18ºC.
La pureza del aire influye en la conservación de las fotografías. Así, es necesario mantener el material fotográfico alejado de los gases de pintura fresca, de los barnices de la madera o de la polución.
El daño causado por la luz es acumulativo. Es un daño en cierta manera inevitable cuando se trata de fotografías que tenemos expuestas en casa (en marcos, cuadros, portarretratos…). No obstante, sí que se puede intentar encontrar el lugar más adecuado para ubicar una fotografía evitando, por ejemplo, la acción directa del sol. La luz solar directa y la de los fluorescentes convencionales son las más dañinas con una alta cantidad de radiación ultravioleta, puesto que pueden alterar los colores de la imagen y hacer que ésta pierda intensidad.
Fotografía conservada con su marco
Por regla general, siempre es conveniente conservar por separado las fotografías y sus soportes (álbumes, marcos, etc.). Sin embargo, si al intentar separarlas de su soporte la integridad de las fotografías corre peligro, es mejor conservarlas con ellos. Por ejemplo, si alguna vez hemos intentado despegar alguna fotografía de aquellos álbumes magnéticos que todos tenemos en casa (los que tienen pegamento en cada una de sus hojas), nos habremos encontrado con la desagradable sorpresa de que media foto se queda pegada en el álbum… Lo mismo ocurre con las fotografías enmarcadas.
Manipulación con guantes de algodón
Siempre que sea posible, es aconsejable que la manipulación de positivos y negativos de fotografías con soporte físico se realice con guantes de algodón limpios. Conviene almacenar todas las fotografías, positivos y negativos en carpetas o sobres de papel (si es papel especial para fotografías, mejor aún) o bien en álbumes que no contengan sustancias adhesivas.
Cualquier anotación que se realice en los positivos (fecha de la fotografía, número de orden, etc.), conviene que se realice en lápiz y en el reverso, evitando el uso de tintas. Tampoco se deben usar cintas adhesivas, clips de metal, gomas elásticas ni grapas.
Utilizar unos materiales de almacenaje adecuados es esencial para la garantizar la conservación a largo plazo de los negativos y fotografías. Las distintas opciones de almacenaje son:
Sobre de papel hecho a medida
Funda de Mylar
Fotografías conservadas en caja
Aunque la identificación e intervención sobre materiales deteriorados requieren de una formación específica y de metodologías propias de la conservación/restauración, en este texto se ofrecen unas pautas generales orientadas a reconocer cuáles de nuestras fotografías se encuentran dañadas y pueden comprometer al resto de los originales.
Es importante tener en cuenta que determinados deterioros tienden a “contagiarse” por contacto a aquellos materiales que están más cercanos. Por lo tanto, en caso de que identifiquemos alguna fotografía o negativo deteriorada (por efecto de la humedad, hongos, etc.) es conveniente aislarla del resto. Solo con llevar a cabo esta acción ya estaremos preservando la integridad del resto de los materiales fotográficos.
En el caso de que tengamos indicios de que una fotografía comienza a deteriorarse, resulta aconsejable digitalizarla, puesto que en el caso de que no se logre frenar el deterioro del soporte, al menos podremos conservar la imagen digital.
Estos son los deterioros que pueden presentar las fotografías que conservamos en nuestras casas: